Sueños


Hace muchos años, existió un país llamado Sueño. Era un país mágico donde los hombres podían soñar con lo que quisieran. Cada noche, antes de irse a dormir, se concentraban en qué sueño querían tener esa noche, y éste se llevaba a cabo.
     Pero siempre o casi siempre hay alguien a quien le gusta torcer las cosas, y ésta no iba a ser la excepción. Por ello, el malvado mago Pesadilla decidió que ya estaba bien de bellos sueños con viajes en sitios maravillosos, románticos besos a la luz de la luna o aventuras en lugares inimaginables.
     El malvado mago hizo un conjuro y sumió a todo el pueblo en una especie de maldición que hacía que cuando intentaban llevar a cabo sus esperados y hermosos sueños, éstos se convirtiesen justo en todo lo contrario, con lo cual, todos ellos terminaban en horribles pesadillas.
     Como es lógico y normal, la gente del país comenzó a tener miedo a dormir. Sabían que al dormirse, sus miedos cobrarían vida, por lo que querían permanecer siempre despiertos. Para ello, acudieron a otro mago del reino que si bien no podía levantar el hechizo conjurado por el mago Pesadilla, sí podía contraatacar con otro hechizo.
     Este nuevo hechizo era un arma de doble filo. Consistía en que el mundo de los sueños se trasladaría al país vecino, “Mundo consciente”. Este país era algo especial. En él, el poder de la magia se mitigaba en comparación con el país Sueño, donde todo era posible.
     De esta forma, las personas sí podían dormir, y hasta soñar, pero no lo que ellos querían, sino lo que su subconsciente les mostrase. Por el contrario, al despertar, tenían una maravillosa y única oportunidad de convertir sus bellos sueños en realidad, y al mismo tiempo, intentar olvidar los malos.
     El único problema que tenía este hechizo, era que las gentes del País Mundo Consciente, se dedicaban a soñar, pero luego no luchaban por conseguir sus objetivos.
     A la vez, la gente del país Sueño, intentaban con todas sus fuerzas tener una vida lo más grata posible y luchaban por lo que en realidad necesitaban, pues al llegar la hora de dormir, sus sueños se habían convertido en un espejo de su consciencia mientras estaban despiertos.
     Los años fueron transcurriendo y en ambos países se acomodaron. Cada uno tomó el rol que le correspondía y no intentaron llevar a cabo cambios ni efectuar ningún hechizo que rompiese los anteriores. Con ello, la felicidad no reinaba en ninguno de los dos países.
     Un día, ambos soberanos, decidieron tener una importante reunión donde intentar con ayuda de sus mejores caballeros, conseguir liberar a sus gentes de hechizos malvados o extraños.
Estando en la reunión, un importante consejero llamado “Sensatez” hizo una propuesta que a ambos soberanos les pareció justa.
-          Unamos nuestras fuerzas. – dijo Sensatez.
-          ¿Unirnos?- se extrañó Poder, el rey del País Sueño.
-          ¿Es viable?- preguntó Lucha, el rey del País Mundo Consciente.
-          ¿Por qué no? – replicó Sensatez.- Por lógica, hay que tener en cuenta que en el País Sueño viven a tope hasta agotarse porque sólo pueden soñar con lo que realizan. Mientras, en el País Mundo Consciente, tienen bellos sueños que no intentan cumplir, pues lo limitan a eso, a sueños. Sin embargo, le dan mucho valor a sus pesadillas, a ésas suelen darle vueltas y vueltas, como si fuesen ratoncitos en una noria.
-          ¿Puede ser eso un efecto secundario de los hechizos?- preguntó el rey Lucha.
-          Tal vez- contestó Sensatez. – Hay un efecto secundario muy potente que se llama “Miedo a cumplir tus sueños”.
-          Y ¿qué podemos hacer ante eso? – preguntó en este caso el rey Poder.
-          Muy fácil – declaró Sensatez- por suerte tenemos en el reino una poderosa maga llamada “Ilusión”. Ella tiene tal fuerza que puede conseguir un término medio entre ambos mundos. El problema es que sólo aceptará como pago a sus servicios, conocer el por qué de la división entre ambos mundos.

Ambos reyes bajaron la cabeza algo avergonzados, hasta que el Rey Lucha, se atrevió a hablar.
-          Bueno, nuestros hijos, es decir, mi hija Perseverencia y su hijo Fé, llevan años enamorados. Ambos nos negamos a su unión. Ahí empezó todo.
-          Bien, veré qué se puede hacer- comentó Sensatez.

Al cabo de tres días, un mensajero llegó a ambos palacios. Venían a traer un mensaje de la poderosa hechicera Ilusión. Básicamente, el mensaje era claro.
Ambos príncipes, el príncipe “Fé” y la princesa “Perseverencia” deben unirse y luchar juntos. De esta forma, ambos reinos tendrán una oportunidad de crear un contrahechizo. De su amor, nacerá un heredero o heredera que se encargará de nivelar ambos hechizos y anularlos por siempre.

A ambos reyes les pareció una idea factible, y ni qué decir tienen que sus hijos estuvieron encantados, pues  hacía años que se profesaban un amor mutuo en secreto.
En pocos días, contrajeron nupcias y unos meses después, llegó el fruto de esta unión. Una niña. Una niña muy fuerte y vigorosa a la que llamaron “Condición humana”. Esta niña traía al mundo como regalo, genes procedentes de ambos países, con los que hicieron una pócima muy especial que dieron de beber a todos los habitantes del reino.
Esta pócima era mágica y al tomarla, todos quedaban liberados y podían llevar a cabo lo que su propia condición les dictase.
En el país de los Sueños, la gente volvió a soñar lo que quería. La diferencia era que ahora, también vivían cómo querían.
En el país Mundo Consciente, la gente tenía la oportunidad de luchar por sus sueños. Había quien lo hacía, y había quien no, pues uno de los ingredientes que les dieron era el “libre albeldrío” y éste era muy poderoso.
Pero lo que sí resultó claro era que la unión entre Fé y Perseverencia da un buen resultado, aunque siempre nos quedará a cada uno, nuestra condición humana y por supuesto, el libre albeldrío.
¿Qué tal son tus sueños?


Violeta

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