Molesto

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Pocas veces he estado tan enfadado conmigo mismo. ¿Era posible caer en todos los tópicos? Noche de Halloween, y yo, aquí, con las ventanas, las contraventanas y las puertas, cerradas a cal y canto.
En la calle, ruido, niños correteando con sus famosos trucos o tratos, y peor aún, adultos que no son conscientes del inmenso ridículo que hacen al ponerse al mismo nivel y transigir. ¿Caramelos? ¡Bah! ¡Para caramelos estoy yo!

Mi novia me ha llamado hace un rato. No puede venir. O eso dice ella. Cree que soy tonto, que no me doy cuenta de que hace ya algún tiempo que no es la misma. Ha cambiado, para peor sin duda. Me molesta sobremanera.

Decidí llamar a Olga, una compañera de la oficina, pero después lo pensé mejor. Está divorciada e igual piensa que lo que quiero es un rollo con ella. Su actitud, me resulta cuanto menos, inquietante y desde luego, muy poco apropiada. Olga también me molesta.

Luego está Severino, el cartero. Con sus ridículas bromas mañaneras. Quiere hacernos creer que con su mísero sueldo y su feo rostro puede ser  un hombre feliz. No se lo cree nadie. El otro vi a su mujer y a sus dos hijos. Iban los tres a ver una película, al cine. Simulaban ser felices, fingían algo que estoy seguro no es real. Nadie puede ser feliz con ese sueldo, ese trabajo, esa esposa que no es precisamente agraciada. Odio la mentira y la hipocresía. Severino me molesta muchísimo.

Pero hoy al menos, estoy de celebración. Pues me siento relajado, tranquilo. Las voces de mi cabeza están en silencio, por fin. Me acerco a la estantería a fin de coger un libro y decido que es mejor encender la lámpara. Hay poca luz ya para la lectura, y al haber cerrado todo, no se puede leer. Aprieto el interruptor, no funciona.
Decido darle al interruptor principal de la habitación, aquél que enciende la lámpara del techo. No me importa que puedan ver luz desde fuera. No me importa nadie. Pero al intentar conectar, tampoco funciona.

Ya casi no se ve. Maldita sea. Yo tenía una linterna de petaca en algún sitio… quiero recordar, sí, ¡claro! ¡En el sótano! ¿Podré bajar sin luz? Qué absurdo. Primero intentaré llegar al cuadro eléctrico, tal vez se ha fundido algún plomillo.

Siento como una especie de roce en el brazo y noto como mi piel se eriza. Ha debido ser mi imaginación. Continúo hacia la parte trasera, justo antes de la bajada al sótano, donde está el cuadro de la luz. Estoy algo intranquilo, tengo la sensación de que hay alguien conmigo en la habitación. Es imposible. Lo cerré todo a cal y canto. Es imposible.

Siento que mi mano tiembla y decido que antes de llegar al cuadro de la luz, tal vez sea mejor idea dirigirme a la cocina. De esa forma cogeré las cerillas. Casi he llegado a la puerta de entrada, cuando la sensación de que estoy siendo vigilado aumenta considerablemente. Me detengo en la puerta y escucho el palpitar de mi corazón. Tengo la sensación de que alguien está situado tras de mí y en cualquier momento va a tocarme. ¡Qué absurdo! Aun así, no puedo evitarlo, ¡me giro con toda la rapidez que puedo!

- ¡Quién hay ahí!- grito a una habitación en suposición, vacía.

Nadie responde, pero siento en la nuca una especie de frío intenso y éste se extiende a todo mi cuerpo.

Como alma que lleva el diablo acelero el paso hacia las cerillas. Con manos temblorosas, a oscuras y algo nervioso, dejo caer varios de los utensilios que hay sobre la encimera. Mi corazón late cada vez más deprisa y mis oídos empiezan a zumbar. Con un intenso temblor, consigo sacar una cerilla y encenderla. Voy alumbrando con esa débil luz poco a poco la estancia, los ojos desorbitados, la boca desencajada.

Una especie de risa lejana se escucha. Debe ser en el exterior. ¡Malditos niños! ¡Malditos padres! ¡Malditos caramelos y maldita noche!

Me paro, respiro, esto es absurdo. Una pequeña vocecita en mi cabeza se despierta. “Estamos aquí”, “No has acabado con nosotros…”, “Te esperamos…”

Me cuesta trabajo respirar. Aun así, inspiro, expiro, inspiro, expiro. Me siento algo mejor. ¡Cielos! ¡Me he quemado con la cerilla! ¡Hay que ser estúpido! Enciendo una nueva cerilla, mis manos tiemblan algo menos. Pienso en el cartero y su poco agraciada mujer. Él sí que debe pasarlo mal cuando en su casa no haya luz. Me voy sintiendo algo mejor con ese pensamiento. Luego recuerdo a Olga. Es demasiado amable, estoy seguro de que su autoestima es inexistente. Y en cuanto a mi novia… exige siempre demasiado. Estoy mejor sin ella, eso seguro.

Faltan pocos metros para el cuadro eléctrico. Le daré al interruptor y después, aprovecharé y bajaré al sótano para buscar la linterna, por si acaso vuelve a fallar la dichosa luz, o quizás, el dichoso sistema.

La cerilla vuelve a consumirse, pero no importa, mis dedos ya tocan la clavija de encendido. Pero… está algo húmeda, viscosa. Aun así decido accionarla, pues noto que de nuevo me estoy poniendo nervioso. Vuelvo a sentir como una especie de dedo que pasea por mi brazo y doy un respingo, mi corazón se acelera aún más y por fin, acciono la palanca.

¡Sangre! Espantado retrocedo sobre mí mismo y tropiezo con algo, ¿con alguien? Grito, con todas mis fuerzas, ¡hay un cadáver! ¡Es mi novia! ¡Alguien ha matado a mi novia a cuchilladas!

Un intenso dolor me recorre el brazo y me llevo las manos al pecho, me tambaleo, veo una cortina que se mueve y algo que corre a contraluz. ¡El asesino está aquí! De repente, se me olvida la puerta del sótano, ¿la dejé abierta? Pierdo el equilibrio y no puedo controlar mi cuerpo, caigo y me golpeo el cuerpo con el borde de los escalones, quedando en un extraño ángulo sobre el suelo. Mi cabeza mira hacia una dirección, y mi cuerpo hacia otra. ¡Qué raro es todo esto!

Las voces de mi cabeza se han callado. Me levanto del suelo, con algo de trabajo, y comienzo a subir los escalones. Cuando ya casi estoy en la cocina escucho un fuerte llanto y veo a varias personas uniformadas junto a Elisa, mi novia. Ella llora desconsolada y a su lado, Olga, la abraza. Ella también ha llorado, tiene toda la cara llena de rímel. Es un espectáculo deplorable.

- Por favor, tranquilícese. Cuénteme otra vez qué paso, señorita.

- Ya se lo he dicho agente. Mi amiga y yo vinimos a gastar una broma a mi novio. Últimamente estaba siempre muy serio. Trabaja demasiado, ¿sabe? Nos escondimos esta tarde en la casa, yo tengo una copia de la llave. A él no le gusta Halloween, así que cuando cerró las ventanas y las puertas, yo corté la luz. Lo teníamos todo preparado. Olga se acercó y lo rozó, para asustarlo un poco. Él siempre dice que no tiene miedo a nada. Luego, yo me tumbé en el suelo. Por supuesto, antes me había llenado toda  de sangre de ésa que venden en las tiendas de artículos de broma. También había untado el interruptor. Pensamos que él se daría cuenta de la broma y nos reiríamos un rato, pero… se asustó tanto que perdió el equilibrio y cayó por las escaleras. ¡Y se ha roto el cuello!

Elisa siguió llorando desconsolada, mientras yo miro hacia abajo y veo horrorizado que mi cuerpo sigue allí, en ésa extraña postura. ¿Estoy muerto? ¡¡¡Estoy muerto!!!

Grito, nadie me oye. Entonces, miro a Olga. Ella me está mirando fijamente y sonríe. Un policía le dice algo, y ella le contesta.
- La verdad agente, lo siento por él, pero al fin y al cabo, igual no se cayó, lo mismo se tiró. Tiene que tener en cuenta que a él, “todo le molestaba”.
Fin


(Recuerda, compra muchos caramelos para cuando vengan a pedirte “truco o trato”, y pase lo que pase, no te escondas en casa…)



Violeta

Uñas para Halloween

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¡¡Hola a todos!! Aquí os traigo una idea para vuestras uñas para el día de Halloween.


Antes que nada quería dar las gracias a un gran amigo y fotógrafo Joaquín Villa, por su tiempo y dedicación y por su gran talento. Podéis ver sus obras en su blog http://conosybastonesjvilla.wordpress.com/ ¡¡Gracias Joaquín!!

Los productos que he utilizado son:



  • Prebase para uñas y top coat 3 en 1 de Kiko.
  • Esmalte de uñas negro.
  • Esmalte de uñas rojo de Oriflame.
  • Pincel para nail art de Kiko.

Y ahora viene la realización del nail art, que os aseguro que no puede ser más fácil.

- Dar una capa con la prebase para uñas.
- Dar dos capas del esmalte negro.



- Poner tres puntitos con la ayuda del pincel con el esmalte rojo.


- Hacer una raya con el esmalte rojo en la parte superior de la uña.


- Realizar tres líneas con el esmalte rojo que vayan desde la línea horizontal hasta los puntos.



¡Y listo! ¿A que ha sido fácil? ¿Os gustan los nail art temáticos? ¿Qué otras ideas tenéis para las uñas en Halloween? Espero que os haya gustado. ¡¡Besos!!

Perdidos

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      La tormenta sonaba con fuerza, y con más fuerza aún vibraba el suelo. Si no encontraban pronto un refugio, iban a tener problemas. Por ello, los jóvenes aceleraron el paso y decidieron esconderse en alguna de las numerosas cuevas del acantilado.

- Tengo miedo. El agua puede subir y ahogarnos en el transcurso de la noche- dijo ella.
- No sí somos inteligentes. Tenemos que intentar llegar lo más alto posible.- contestó él.
- Aun así, lo veo en extremo inseguro.- insistió ella.
- ¿Tienes una idea mejor?- ironizó él.

      Ambos hermanos comenzaron el ascenso por la empinada pared de piedra. Los relámpagos iluminaban la noche, y al menos, eso, era de agradecer.

- Ya tendríamos que estar en el pueblo.- comentó ella.
- Sigue subiendo. – contestó él.

     Algo después llegaron a la primera cueva. No obstante, estaba demasiado cerca. Si querían conseguir su objetivo, tendrían que subir aún más.

- Estoy cansada, quiero hacerlo a mi forma. – se quejó ella.
- No podemos, y lo sabes. – le recordó él.

    El ascenso continuó, hasta que por fin, vieron una gruta que podía ser adecuada.
     Ambos se miraron y sonrieron. Al menos, podrían descansar. Con precaución, entraron al interior e inspeccionaron el lugar. No parecía peligroso. Miraron hacia arriba, casi no se podía ver nada, a pesar de que un nuevo relámpago les ayudó algo en esa tarea. Los truenos cada vez eran más fuertes.

- ¿Tomaste la linterna del vehículo?- preguntó ella.
- Por supuesto- dijo él.

     Al alumbrar a la parte de arriba, ambos se percataron de que no había murciélagos ni nada parecido. No habría sido agradable pasar la noche acompañados por seres que podían volar sobre ti en cualquier momento lanzando chillidos.
    Ambos decidieron pasar la noche allí. No había otra alternativa.

- Sabes que padre vendrá mañana muy temprano- dijo ella.
- Eso espero- contestó él.
- Lástima que no pueda venir por nosotros esta noche- se quejó ella.
- Sabes que es imposible. Hoy es “la noche”- contestó él.

   Poco tiempo después, ambos se hallaban tumbados uno cerca del otro.

- Qué pena. Nos lo vamos a perder- dijo ella.
- Conoces las normas- contestó él.
- ¿Tienes miedo?- preguntó ella.
- Un poco. Al fin y al cabo, hoy es noche de Halloween. – contestó él.

    Ya casi se habían dormido cuando les pareció escuchar un ruido. Ambos abrieron los ojos de repente y se sentaron casi a la vez, movidos por un mismo resorte. Asustados, procedieron a esconderse.

- ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Alguien viene!- susurró ella.
- Yo también tengo oídos- la recriminó él.

    En cuestión de pocos minutos, se escuchó la lluvia golpear con fuerza sobre la piedra. El olor de la noche cambió, todo olía a tierra mojada y algo más. Lo que parecían voces, empezaron a escucharse más cerca, cada vez más cerca. Ambos hermanos observaban incrédulos como era posible que en aquella noche de locura, alguien se hubiese aventurado a esas horas en aquél lugar. Claro, que ellos mismos tenían planes mejores, y sin embargo, ahí estaban.

- ¡Menuda broma les vamos a gastar a los del pueblo!- vociferó una voz.
- ¡Sí! Ja, ja, ja.

   La apariencia de los recién llegados era como mínimo, muy extraña. Los hermanos se fijaron bien en ellos. No podían dar crédito a lo que sus ojos le mostraban. Uno de ellos iba vestido de negro y con la poca luz que había, se observaba que su rostro era muy pálido y tenía unas grandes ojeras de cansancio. Pero eso no era lo peor. Lo peor eran los incipientes colmillos que se le veían cuando hablaba.
     El otro, iba cubierto de pelo, por completo. Sus ojos eran muy grandes y de color amarillo, su cuerpo deforme.
   También iba una chica, o una hembra. ¿Cómo definir aquella criatura? Su rostro era muy deforme, olía mal y sus ojos eran siniestros. Su cabello era largo y estaba muy enredado y sus uñas eran excesivamente largas y arqueadas.
    Ambos hermanos se miraron. Estaban aterrorizados. En principio podrían haber pensado que aquellos llevaban disfraces, pero no. Se les veía demasiado reales. ¿Era posible que aquellos seres fueran en verdad así? Intentaron ocultarse algo más, pero al hacerlo, sólo consiguieron hacer un pequeño ruido que de momento ellos escucharon.
    Antes de darse cuenta, unas luces les deslumbraron. Los estaban enfocando con linternas dejándolos ciegos durante un instante.

- ¿Quién hay ahí?- preguntó el de los colmillos.
- Vaya, vaya, ¿pero, qué tenemos aquí? ¿Comida?- dijo la mujer.

    Los hermanos estaban empezando a asustarse de verdad. Temblando, salieron de su escondrijo.

- Nuestro coche se ha estropeado y nos hemos refugiado aquí. No queremos problemas- dijo él.

    Los que acababan de llegar observaron a aquellos dos muchachos. Prácticamente, eran dos niños. ¿Qué edad tendrían? ¿Once, doce? Los dos eran delgados, rubios, de ojos claros, hermosos, inofensivos…
    Los tres se miraron a la vez.

- Creo que tenemos suerte chicos. Este año Halloween va a empezar antes- dijo el que estaba cubierto de pelo relamiéndose.

    Ambos hermanos, atemorizados, se miraron uno al otro. Aquello no podía estar pasando de verdad.

- ¿Qué hacemos?- preguntó ella.
- ¿Crees que podríamos escapar?- susurró él.

   Los otros tres empezaron a carcajearse. La muchacha calculó la distancia que había hasta la puerta. Era imposible escapar.

- Imposible salir a tiempo- dijo ella.
- Eso pensé yo- contestó él.

   En cuestión de segundos, las linternas cayeron al suelo. Se escuchó un aullido profundo y una serie de desgarrones surgieron de la nada. Crujidos, gritos, llantos llenaron la estancia.
   De pronto, el silencio se adueñó del lugar. Incluso la lluvia cesó.

- Lástima. Papá no nos ha visto- dijo ella.
- Sí  -dijo él relamiéndose la sangre que aún le goteaba.

   Cuando llegó el sol, ambos hermanos se miraron satisfechos. Un nuevo ruido les alertó de que su padre había llegado. Al mirar alrededor suyo y ver aquellos restos y tanta sangre, no pudo evitar recriminar a sus hijos.

- ¡Chicos! ¿No habréis caído en el tópico? ¿Os los cenasteis en Halloween?
- Perdón papito, ya sabemos que la noche de Halloween es la designada por los ancestros para hacer ayuno, pero no quisieron marcharse y el hambre es mala- dijo ella.
- Así ha sido padre. Ya sabemos que es a la luz del día cuando mejor podemos alimentarnos, porque no nos esperan y eso, pero no tuvimos otra alternativa. Olían demasiado bien a sangre fresca.

- En fin, qué le vamos a hacer. Vamos hijos, tenemos que marcharnos. Los monstruos empiezan a salir al exterior. ¿Sabéis? Antes, hace muchos años, era justo al revés. Nosotros nos escondíamos, mientras que temíamos a esos seres, vampiros, hombres lobos, brujas… Teníamos miedo de la noche de Halloween, pues ellos podían salir libres y atacarnos. ¿Podéis creerlo? Por suerte, ahora nosotros los devoramos a ellos. 




Violeta

Gambas al Ajillo

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¡¡Hola a todos!! Hoy os traigo una receta muy ligera y muy rica, perfecta para ocasiones algo más especiales: gambas al ajillo.


Ingredientes:

  • Langostinos sin cocer (en este caso usamos gambas arroceras, depende de como te guste más).
  • Aceite.
  • Sal.
  • Ajo.
  • Pimentón picante (o guindilla, también depende de como más te guste).
  • Perejil.



Preparación:

1. Pelar todas las gambas.


2. Cubrir el fondo de la sartén con aceite y calentar.


3. Una vez esté caliente el aceite, echar el ajo picado hasta que esté doradito y seguidamente las gambas.



4. Añadir sal y pimentón picante (o guindilla).



5. Por último añadir perejil y remover.


¡¡Y listo!! He aquí nuestra nueva obra maestra culinaria, ja, ja:


Espero que os haya gustado. ¿Alguna vez habéis probado a hacerlas? ¿Tenéis otra forma de prepararlas? 

Ya sólo falta coger el tenedor et bon apètit!! ¡¡Besos!!


Running

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¡¡Hola a todos!! Hoy vengo a hablaros de la práctica deportiva tan en auge del momento: el running. Y es que no es de extrañar que esté consiguiendo cada vez más adeptos, ya que es gratis, lo puedes practicar a cualquier hora y en cualquier lugar y sus beneficios se notan en muy pocos días de practicarlo.



Sólo es necesaria una pequeña inversión inicial para comprar unas buenas zapatillas (en Decathlon las hay buenas por 29€) y ya estás listo para empezar.

Este deporte trae muchísimos beneficios, tanto físicos como psicológicos entre los que destacan los siguientes:


  • Mejora la capacidad cardiovascular y pulmonar, por lo que hay menos probabilidades de sufrir problemas cardíacos o respiratorios.
  • Disminuye las probabilidades de sufrir hipertensión.
  • Aumenta la densidad ósea y muscular, por lo que se ralentiza su desgaste debido a los años y retrasa la aparición de osteoporosis y artritis.
  • Mejora la postura y disminuye los dolores de espalda.
  • Reduce la cantidad de grasa en el cuerpo, con lo que se disminuye la grasa que rodea a los órganos y, con ello, la probabilidad de sufrir un fallo en ellos.
  • Mejora la coordinación y la estabilidad del cuerpo.
  • Ayuda a combatir el estrés, ya que consigues dedicarte un tiempo a ti misma y a poner en orden tus ideas sin que haya interrupciones o problemas adicionales.
  • Aumenta la autoestima y autoconfianza al comprobar que eres capaz de conseguir los objetivos que te propones.
  • Mejora la concentración y la capacidad para tomar decisiones.
  • Consigues defogar mientras corres, consiguiendo un mayor descanso cuando llegas a casa, lo que conlleva a una disminución del insomnio ocasional.
  • Mejora tu estado de ánimo y tus relaciones con los demás, al conseguir dedicarte un tiempo a ti misma y poner las cosas en orden.
  • Si corres al aire libre, consigues una mayor conexión con la naturaleza, con el aire puro, con el silencio del campo, con el verde de los parques y puedes conocer lugares nuevos, ya que puedes programarte rutas distintas cada vez que salgas a correr.
  • Si lo practicas con tu pareja, mejora la relación afectuosa, ya que te sientes apoyado por esa persona tan especial para ti y a cuyas opiniones das tanta importancia, además de aumentar el vínculo entre vosotros gracias a que conseguís nuevos objetivos comunes.



Todo esto y mucho más está al alcance de tu mano. Sólo tienes que calzarte las zapatillas y salir a la calle. 

Puedes correr sola, escuchando música, o acompañada por una amiga o amigos. Puedes correr por el campo, por la ciudad o en una cinta de andar si eres algo tímida. Tienes infinidad de posibilidades para conseguir infinidad de beneficios para tu cuerpo.

¿A qué esperas? ¡¡Sal corriendo!! 

Reto: 3 Redes Sociales

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¡¡Hola a todos!! Hoy os traigo un reto al que he sido nominada por Liset del blog LissiYeceniaaa (muchísimas gracias) y que consiste en nombrar tres redes sociales que me gustan y tres que no.


Tres redes sociales que me gustan:

Me encanta. Es una red social en la que puedes aprender muchas cosas e interactuar con muchas personas. Además de ser muy fácil de usar.

Es una red social muy informativa. Con pequeñas notas puedes estar al día de todo.

Es muy visual. Es perfecta si te gustan las imágenes y la fotografía,


Tres redes sociales que no me gustan:

  • Badoo: 
Demasiada desesperación.

No estoy metida en más.



Nomas:
  • Dar las gracias a la persona que te nominó.
  • Nominar a cinco personas, puede ser en blog, facebook, twitter, instagram, etc.

Y mis nominados son:



¡¡Besos a todos!!

Compras Kiko y Beautik

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¡¡Hola a todos!! Hoy os traigo una entrada sobre unas compras que hice la semana pasada en Kiko y en Beautik. ¡¡Espero que os gusten!!


Empezando por Kiko:

Ya sabéis que mi debilidad son los esmaltes de uñas. El problema es que ya tengo muchos (y para que yo diga que son muchos, es que son muchos, je, je) y no quiero comprar más porque me da mucha pena que se estropeen metidos en una caja. Pero ya le eché el ojo a este esmalte a principios de verano y llevo resistiéndome bastante tiempo, así que no pude evitar cogerlo, sobre todo porque estaba a 1€. 




Como podéis ver es el esmalte número 369 y es un amarillo mostaza clarito precioso. Por cierto, dentro de poco subiré un tutorial con este color. ¡¡No os lo perdáis!!

Lo siguiente que compré fue una paleta de sombras que también lleva todo el verano rebajada, ya que es de edición limitada, y ya no pude contenerme más. Su precio fue de 5€.







Es la paleta 03 Bright Night Lights de la colección Colour Impact. Trae seis sombras, tres mate y tres con brillo muy llamativas. Las tres sombras mate pigmentan muchísimo, pero las tres sombras con brillo aguantan más tiempo.

Ahora os enseñaré las compras en Beautik Sevilla:

Aquí caí con mi primer colorete de Sleek, que no podía ser otro que el Rose Gold (5,49€).







Me encanta. Es un color muy sutil. Es como coral con destellos dorados. Dicen que es el clon del Orgasm de Nars, aunque yo no lo tengo, así que no puedo confirmarlo ni desmentirlo. Este fin de semana lo estrené y puedo asegurar que da un aspecto increíble al rostro. Parece que la piel resplandece. Precioso, sin palabras.

Y por último esta preciosidad de paleta: Arabian Nights de Sleek (9,99€):









Tiene unos colores preciosos. Tanto claritos naeutrales como oscuros intensos, pasando por rosita, champagne, azules, verdes, morados y negros. Hay algunos a los que no se les nota mucho el subtono al transferirlo a la piel, como el Black Magic, al que no se le nota el subtono azul, o el Valley of Diamonds, al que no se le nota mucho el glitter dorado, pero que con una sombra en crema como base queda espectacular.

Espero que os haya gustado y os sirva de ayuda si estáis pensando en compraros algo de esto. 

¡¡Muchos besos a todos!!


Iris

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      Desde los tiempos más remotos el hombre no siempre ha creído en lo que no puede ver. Fantasía y realidad se han mezclado en un rítmico baile sin fin, donde cada parte de la pareja se antepone o por el contrario, se esconde, siempre a conveniencia del interlocutor.

     Las historias que nos relatan de pequeños en forma de cuentos, son catalogadas de fantasía por el mero hecho de ser eso, cuentos. Pero lo que la raza humana sigue sin querer entender, es que a veces, la realidad supera a la ficción.

    
La pequeña Iris caminaba sigilosa por el bosque. No le hacía gracia alguna entrar en aquellos dominios a tan altas horas de la noche. Su madre le había encomendado una tarea y ella, como siempre, intentaría cumplirla.

     Miró el trocito de papel arrugado que llevaba en su mano. Volvió a desplegarlo una vez más para leer los ingredientes que su madre le había anotado. Tomillo, romero, jara…

     Iris había acompañado tantas veces a su madre en su tarea cotidiana de recolectar plantas, que para ella era fácil. El olor, tacto, aspecto, de todas ellas, le era muy bien conocido. En esta noche, sin embargo, había una excepción. Su madre permanecía en cama, enferma de algún tipo de mal extraño, que ni tan siquiera, ella misma, curandera del lugar, sabía identificar.

     La bruja, como todos la llamaban, vivía en el monte desde hacía una década. Las historias del lugar contaban infinidad de versiones sobre el motivo que podía haber llevado a aquella joven mujer a vivir apartada de todo y todos. Unos decían que había sido violada por un desconocido, y que fruto de tal vil acto había dado lugar a la pequeña Iris.

     Otros, en cambio, decían que Iris era hija de alguna extraña criatura que moraba en el monte y que de ahí venía ese extraño color de ojos grisáceos y esa belleza atrayente, que aún siendo todavía una niña, comenzaba a manifestar.

     Iris era muy inteligente para su edad. Tenía nueve años y era capaz de resolver problemas matemáticos y comprender textos con la sabiduría que sólo te va concediendo el tiempo. Lo que desconocían todos, era que desde que aprendió a leer unos años antes, la niña no había dejado de hacerlo. Su habitación era una pequeña biblioteca que la acompañaba en los momentos de tedio y que disfrutaba al máximo.

     Jamás había enfermado. No asistió a clases hasta el año anterior, y no le gustó la experiencia. Los niños se burlaban de ella. La llamaban “la brujita” y la retaban a hacer sortilegios. Cuando la pequeña resolvía alguna cuestión, los demás se burlaban diciendo que era fácil ser lista si se tenían “poderes”.

     Un día, un chico se cayó de bruces en el patio del colegio. Se hizo tal herida en la rodilla, que la profesora se asustó mucho. Iris corrió presurosa al campo que había tras el colegio, y preparó de forma rápida y eficaz un cataplasma que colocó al chaval. El alivio fue inmediato a pesar del mal olor proveniente de aquel ungüento, la mejoría se iba haciendo notar conforme los minutos pasaban, hasta que llegaron los padres del chiquillo y horrorizados, arrancaron aquel apósito improvisado de la rodilla de su hijo.

     El muchacho, sin embargo, agradeció a Iris su hermoso detalle, escondiendo cuando su madre no le veía aquel mejunje en su bolsillo. Ello hizo reír a la niña, por fin alguien aceptaba su ayuda sin reservas. Aún así, no volvió al colegio.

     Por fin, la chica había recogido suficiente cantidad de plantas y volvió a la cabaña donde su madre la aguardaba. Pero al llegar, escuchó un extraño ruido, una especie de jadeo, y se detuvo en la entrada de la puerta, antes de entrar. Con sumo cuidado para no hacer ruido sobre la crujiente tarima de madera, se acercó a la ventana y se asomó. Al hacerlo, quedó petrificada.

     Una gran figura imponente se alzaba sobre su madre, una especie de oso gigantesco según ella creyó percibir. Un animal que iba a atacarla y de seguro, la mataría.

     Aterrorizada, se agazapó bajo la ventana intentando pensar qué hacer. Antes siquiera de ser consciente de lo que pasaba, una gran e inmensa garra la levantó en el aire. Gritó con todas sus fuerzas, con toda la furia que su pequeño corazón le permitía. Hasta que notó que algo le taponaba la entrada de aire y no la dejaba respirar.

     La angustia creció dentro de ella. Iba a morir. Tal vez su madre ya estuviese muerta. Y entonces, de pronto, el aire comenzó a entrar de nuevo en su pecho. Su madre la miraba tranquilizadora. Tenía bastante mejor aspecto que cuando la dejó aquella mañana. Se la veía hermosa, fuerte…

-Chss, tranquila Iris. No te asustes. Tenemos visita.
-¿Madre? Aquí… aquí había… algo grande… ¡me asfixiaba!
-No pequeña. No es así. Te impedía hacer ruido. En ningún momento tu vida ha estado en peligro. Seguías respirando, pero estabas tan asustada, que no pensaste en hacerlo. El miedo paraliza, Iris.

Dicho esto, la joven madre se apartó hacia un lado dejando ver la imponente figura de un hombre. Era muy alto y fornido. La niña calculó que no podía haber entrado por la puerta. Era imposible. Ese hombre era enorme. Iba resguardado del frío con una especie de piel de oso. Por eso, a ella le pareció que era un animal del monte. Sus ojos… eran dulces. No eran los ojos de un monstruo, al contrario, eran el espejo del alma de alguien bueno, muy bueno.

-Tengo que presentarte a alguien importante Iris. Tenías que haberlo conocido mucho antes, pero no podía decirte nada sin su consentimiento.
-Siento haberte asustado Iris- pronunció entonces la voz del hombre.

Era una voz grave y profunda. Pero al contrario de lo que cabría esperar, no asustó a la pequeña, sino más bien la reconfortó y le hizo sentir que estaba a salvo de cualquier cosa.

-¿Quién eres?- preguntó ella.
-Tu padre- contestó él.

La niña miró desconcertada a su madre que seguía sonriendo. No comprendía nada. ¿Su padre? Recordaba una vez hace mucho que le preguntó a su madre por qué ella no tenía uno. Su madre le aclaró que eso no era del todo cierto. Pero no había llegado el momento de conocerle aún. Para ello, tendría que madurar un poco más, conocer los secretos del monte, identificar los olores y texturas del bosque, respetar a todas las criaturas que en ellos habitaban… por muy repulsivas que pudiesen resultarle.

-¿Has venido a curar a mi mamá o a llevarme a mí?- preguntó la niña.
-Te dije que era muy lista- comentó la madre al recién llegado.
-Me alegra saber eso Iris. De esa forma, te resultará más fácil poder seguirme – le dijo él con una sonrisa.
-Entonces, ¿has venido por mí?- preguntó ella de nuevo.
-¿Tienes miedo?
-No. Pero no iré contigo. Mi mamá siempre me ha dicho que no puedo ir con desconocidos, y tú lo eres.
-Soy tu padre.
-Me da igual. No te conozco de nada. No pienso ir contigo hasta que no te lo ganes- dijo convencida.

La risa del hombre llenó la estancia. En verdad, aquella niña era espléndida. Se sentía orgulloso de ella.

-Sea así entonces. ¿Por dónde empiezo?
-¿Por qué no vives con nosotras? ¿Dónde vives tú? ¿Qué haces? ¿Por qué quieres que te acompañe? ¿Qué le has hecho a mamá para que se cure tan rápido? ¿Cómo te llamas?
Iris!- la reprendió su madre.
-Déjala mi amor. Me gusta su sagacidad. Y tiene derecho a saber.

El hombre se acomodó en la silla, que parecía que iba a romperse de un momento a otro bajo el peso de aquel cuerpo tan enorme.

-Mi nombre es Andros. No vivo con vosotras porque tengo una misión importante que cumplir y he de hacerlo desde mi morada. Tu madre no quiso acompañarme hasta allí porque pensaba que tú debías elegir tu propio destino. Al igual que tu madre, yo también llevo a cabo curaciones. Tu madre es muy habilidosa con las plantas y sabe escuchar a los árboles. Yo soy el señor de las bestias. Cuido de los animales que habitan en el monte.
-¿Eres un hombre lobo?
-¿Por qué piensas eso?
-Das miedo. Menos tus ojos. Lo demás da miedo.

Una nueva carcajada brotó de Andros.

-Soy fuerte, no te lo discuto. Pero no soy un licántropo. Soy un espíritu, que un día se enamoró de una maravillosa mujer, tu madre. Al principio pensé que nuestro amor no podría funcionar, pero tu madre, a pesar de ser humana,  sabe escuchar la naturaleza, sintoniza con su alrededor, es un alma digna. 
-Eso no puede ser.
-¿Por qué?
-Porque si tú eres un espíritu, tendrías que ser de aire. Y no podrías tener hijos. 
-Los espíritus no somos de aire. Eso es lo que los humanos se han inventado para describirnos. Tienen envidia de nuestro poder, de nuestra unión con la naturaleza. Pero lo más gracioso de todo, es que ellos también podrían ser como nosotros. Sólo que no creen en ello. Hay que creer muy firmemente en algo para poder llevarlo a cabo. Nosotros podemos ser hombre o animal. Según el momento y la ocasión. Pero en esencia, siempre formamos parte del mismo plan.
-¿Y por qué vienes por mí ahora? ¿Me he portado mal?- preguntó la niña angustiada mirando a su madre.
-No, cariño- contestó ella- Es sólo que vas a cumplir diez años. Tienes derecho a saber, a conocer tus orígenes. Yo decidí vivir aquí porque estoy más cerca del bosque y puedo ayudar a la gente de la aldea. Tu padre, sin embargo, eligió vivir en una cueva en el monte, porque así también podía ayudar mejor a sus seres. Tú eres mitad humana, mitad espíritu, puedes vivir en ambos lugares. No quise decidir por ti. 
-Pero… si os queréis, ¿por qué no estáis juntos?
-Lo estamos, mi amor. Tanto como el bosque y el monte. Cada vez que llueve, y ésa agua fresca humedece al tórrido suelo, tu padre y yo estamos juntos. Cada vez que una brisa fresca acaricia las hojas de los árboles, estamos juntos. Cada vez que los frutos empiezan a germinar y los animales pueden alimentarse o cobijarse, estamos juntos. Tu padre ha estado muchas veces con nosotras, pero jamás bajo su forma humana para no crear en ti desconcierto. ¿Recuerdas el halcón que sobrevolaba nuestra cabaña una y otra vez? ¿Y a Missi, nuestro gato?
-Pero… entonces… si tú mamá, eres humana, y mi padre es un espíritu, ¿qué soy yo?
-Buena pregunta Iris. – contestó su padre- tú eres lo que decidas ser.
-¿Yo elijo? Soy pequeña para eso.
-Sí. Por ello debes conocer ambos mundos. Así entenderás lo mejor y lo peor de cada uno. De esa forma, podrás decidir.
-¿Yo también puedo transformarme?- preguntó de repente.
-Es muy probable que sí. Aunque no lo sabremos aún. Para ello has de alcanzar más madurez. Tienes que llegar a lo que los humanos llaman el desarrollo. De todas formas, ahora lo importante es que conozcas ambos mundos.
-El mundo humano no me gusta. Son crueles- dijo de pronto la niña.
-No. No es así Iris. Has tenido una mala experiencia en el colegio, porque a veces, rechazamos lo que no entendemos. Pero sólo has visto una pequeña parte. Estoy segura de que no todos actuaban igual. ¿Cierto?- le preguntó su madre.

La niña recordó la sonrisa de aquél chico y la forma en que guardó el cataplasma en su bolsillo.

-Puede ser- admitió a desgana.
-Por ello, debes conocer ambos, hija – le explicó su madre.

Y de esta forma, la pequeña viajó con su padre y conoció a las criaturas del monte, habló con los árboles y el viento… comprendió que para ella era fácil aprender porque lo necesitaba. Quería saber más y más. Se fue instruyendo y adquirió las habilidades de su padre. Sus padres la hicieron volver al colegio, mantuvo contacto con ambos mundos, y de esa forma creció. Decidió ser un espíritu, aunque se enamoró de un humano.

     Por ello, en los días de lluvia, cuando luce fuerte el sol, en el cielo se ve un hermoso arco de colores, llamado por todos Arco Iris. Ese arco permanece muchas veces en el cielo, pero no puede apreciarse siempre a la vista humana. Es Iris transformada, que abraza tierra y cielo, bosque y monte, humanos y espíritus.


Violeta