El Perdón

Todos hemos tenido un día en el que todo lo que hacemos está mal, es horrible y te hace sentir que eres la peor persona del mundo. Y hay algunos (entre los que me incluyo) que hemos sufrido la malísima suerte de repetir ese día al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente, de tal forma que ya no recuerdas cómo era un día sin sentirte mal y sin culparte por ello.

Esos días sólo quieres meterte en la cama y esperar a que todo pase. Sin embargo nunca pensamos cuando nos estamos cubriendo la cabeza con la manta qué pasaría si nos levantáramos y nos perdonáramos a nosotros mismos.

Aunque parezca que no tiene sentido y que eso no va a solucionar nada, la realidad es que no se pierde absolutamente nada por intentarlo. Levanta de la cama y ponte delante de un espejo y dile, en voz alta y con sentimiento, lo mucho que vale, lo tremendamente orgullos@ que estás de ella, que no pasa absolutamente nada porque todo está bien, y sobretodo, dile lo agradecido que estás con ella por permitirte levantarte todos los días y vivir la maravillosa vida que tienes por delante.

Es mucho más fácil perdonar a los demás antes que a nosotros mismos, por eso, cuando más nos cueste ver lo mucho que valemos y cuando más nos culpemos por algo que simplemente no podemos evitar porque no nos encontramos bien (que es muy diferente de cuando se hace algo con mala intención) perdona a esa persona que está al otro lado del espejo y ella te perdonará a ti al mismo tiempo. Si esa persona que te mira y te habla al otro lado del espejo puede hacerlo, tú también puedes.

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