De
todos es conocido, que cada uno de nosotros, habitantes de este Planeta,
tenemos nuestras peculiaridades, manías, gustos y fobias.
Teniendo
en cuenta todo esto, voy a proceder a contaros una historia oscura y tenebrosa,
que tal vez os haga recapacitar sobre todos nuestros sentidos en general…
Erase una
vez, hace mucho tiempo, una pequeña aldea india donde habitaba un viejo chamán.
Por todos era conocido el poder de este hombre, anciano en apariencia, cuya
fuerza mental era inmensa. Años de cánticos, pociones, sueños y meditación, le
habían conferido una unión casi perfecta y total con el Universo.
El chamán
tenía un dilema por todos en el poblado conocido. El gran jefe de la tribu
quería casar a su única hija con el hijo del jefe de otra tribu vecina. Mas la
muchacha estaba enamorada en secreto de uno de los guerreros de la misma.
La joven,
afligida, sin saber qué hacer ni a quién acudir, pues había de obedecer a su
padre por partida doble, por ser su padre, y por ser el jefe de la tribu,
decidió acudir al chamán para que la ayudase con algún tipo de sortilegio.
Para
cualquier otro miembro de la tribu, la petición de la joven habría puesto en
grave aprieto a la persona a la que se solicitase. Sin embargo, en este caso,
el chamán tenía la solución para el problema que se le planteaba, de tal forma,
que podría ayudar a la muchacha sin traicionar a su padre.
Para ello,
ella debía acudir a su tienda durante cinco noches seguidas. Siempre a media
noche. Siempre sola. Y siempre, debía tomar o hacer justamente lo que el chamán
le pidiese.
Era tal el
amor que la joven procesaba al guerrero, que consintió a lo solicitado por el
anciano. Su amado, el guerrero, hombre fiero y fuerte, no podía hacer nada,
pues como jefe de guerreros en que se convertiría en breve, no podía desafiar
al padre de la muchacha, ya que era su rey.
La
muchacha, frágil, delgada, y temerosa de casi todo lo que en este mundo habita,
visitó la primera noche al chamán.
Al llegar,
se sentó temblorosa donde él le indicó. Éste, comprobó que había cumplido con
su parte del trato y venía sola. A continuación, le pidió que tomase un brebaje
de color verdoso que sabía a rayos. Ella, a pesar de la repugnancia que le
producía, pensó en su amado y lo tomó de un solo trago.
Transcurridos
unos minutos, la muchacha comprobó horrorizada como el cuenco cayó inerte al
suelo y ella, aturdida, caía tras él. Su cuerpo empezó a sentirse extraño,
intentó levantarse, pero no le era posible. No sentía bajo sus dedos lo que tocaba.
Su cuerpo se había vuelto viscoso y verdoso.
El chamán,
la tomó con cuidado y la llevó a la puerta de la tienda del guerrero. Este
hombretón, vio una pequeña oruguita sobre una hoja e intentó aplastarla con
energía. ¡Qué asco de bicho repulsivo! Ella no temió por su vida, pues confiaba
en el chamán y en que su amor no podría causarle daño. Aun así, y a pesar de
que la tribu tenía por norma respetar toda vida, el guerrero acercó su mano
para aplastarla. En este momento, ella despertó a salvo en su tienda. Uf, había
sido un sueño oscuro y tenebroso.
La segunda
noche, la joven intentó contar al chamán lo ocurrido, mas él la silencio. Le
dio un nuevo brebaje, y esta vez, la muchacha perdió el gusto. Asombrada, se
vio a sí misma convertida en una especie de planta exótica. De nuevo, el chamán
la llevó a la tienda del guerrero, que de forma automática al verla, empezó a
estornudar sin parar. ¿Era alérgico? A pesar de que la tribu tenía por norma
respetar toda vida, el guerrero acercó su mano para arrancarla. En este
momento, la joven volvió a despertar a salvo en su tienda. Uf, había sido un
sueño oscuro y tenebroso.
La tercera
noche, la joven iba preparada. No sabía qué pensar sobre aquello, y no podía
contarlo a nadie o el trato se rompería. El chamán le entregó otra poción, esta
vez negra como la noche. Al tomarla, perdió el sentido de la vista, pero se dio
cuenta de que podía orientarse por una especie de radar. El chamán la llevó a
la tienda del guerrero. Éste, al ver aquel pequeño murciélago, sintió miedo de
él. A pesar de que la tribu tenía por norma respetar toda vida, el guerrero
acercó su mano para matarlo. De nuevo, la joven despertó a salvo en su tienda.
Uf, había sido un sueño oscuro y tenebroso.
La cuarta
noche, el chamán le dio un líquido apestoso que le quitó el olfato. Ella no
podía oler, y asombrada se vio convertida en un pez. El chamán la introdujo en
una cubeta y la llevó a la tienda del guerrero. Éste, al ver el pez, pensó que
aquello era cosa de brujería, pues el río estaba lejos. A pesar de que la tribu
tenía por norma respetar toda vida, el guerrero acercó su mano para sacar al
pez del agua y que muriese. Uf, había sido un sueño oscuro y tenebroso.
La quinta
noche, el chamán le dio un último brebaje. Esta vez perdió el oído. Se vio
transformada en un extraño insecto. El chamán la llevó a la tienda del
guerrero. Éste, al verla, y a pesar de que la tribu tenía por norma respetar
toda vida, acercó su mano a él para aplastarlo. A salvo en su tienda, la joven
volvió a tener la misma sensación de siempre. Uf, había sido un sueño oscuro y
tenebroso.
A la
mañana siguiente, la joven acudió a una audiencia que tenía solicitada con su
padre y con los ancianos de la tribu, entre ellos el viejo chamán, a fin de
convencer a su padre de lo injusto de su matrimonio. El rey vecino y su hijo,
estarían presentes como parte importante de aquella negociación.
En la
puerta de la tienda, la muchacha advirtió al llegar a un joven apuesto. Observó
atónita cómo el muchacho colocaba una pequeña oruga sobre una hoja para que
nadie la pisase. A continuación, un insecto voló cerca de él, y el muchacho se
retiró de su camino. Al verla, sus ojos la miraron de forma directa, y después
empezó a mirar a su alrededor. Cogió una bella flor que había cerca y se la
ofreció. Ella no podía aceptar regalos de nadie, más que de aquél que fuese a
ser su marido, conforme a las normas de la tribu. Por ello, y a pesar de la
hermosura de aquella planta que le resultaba extrañamente familiar, no pudo
aceptarla.
Por fin,
en el interior de la gran carpa, ella observó a los presentes. Junto a su
querido padre, se hallaba otro hombre fuerte, probablemente el jefe de la otra
tribu. Al lado de éste, el joven que vio a la entrada de la tienda, la
observaba misterioso con aquella flor aún en la mano. Debía ser su hijo. El
hombre que su padre había escogido para ser su marido.
Los
ancianos le dieron permiso para hablar y ella procedió.
-
Dime, Blanca Luna, ¿qué tienes que exponer ante este consejo?
-
Padre, jefes, ancianos, quiero solicitar un favor importante. Me
gustaría hacer cinco preguntas al guerrero más importante de nuestra tribu.
Era una extraña petición sin
duda, jamás se había hecho algo así. El rey miró al chamán, y este asintió con
la cabeza.
-
Sea pues. Habla Blanca Luna.
-
Primera pregunta. Una oruga ha caído en vuestro regazo. ¿Qué hacéis?
-
No puedo romper la norma de la tribu. Por tanto, no le haría daño. La
apartaría con cuidado de mi camino.
-
Segunda pregunta. ¿Os gustan las flores?
-
¡Soy un guerrero! Aun así, no puedo romper la norma de la tribu. La
respetaría y admiraría.
-
Tercera pregunta. ¿Os da miedo un murciélago?
El guerrero pareció dudar de
la respuesta. Las preguntas de la joven empezaban a parecerle demasiado
acertadas.
-
Soy un guerrero. No temo a nada.
-
Cuarta pregunta. ¿Puede dañaros un pequeño pececito?
-
Insisto en que soy un guerrero. Jamás un ser tal podría dañarme.
-
Y por último. Si un insecto entrase volando en la tienda. ¿Qué harías?
-
Depende del insecto. Pero soy un guerrero. Mi cuerpo es mucho mayor que
el suyo. No temo a insectos.
-
Muchas gracias por vuestras respuestas gran guerrero.
A continuación, la muchacha
volvió a colocarse ante todos.
-
Acepto vuestra propuesta padre. Me casaré con quién vosotros habéis
elegido.
La sorpresa del padre fue
absoluta.
-
¿Puedo preguntaros, hija mía, qué os ha hecho cambiar de opinión?
-
Uf padre. Tuve un sueño oscuro y tenebroso. A veces, lo más inesperado,
pequeño, indefenso o extraño que pueda aparecer ante nosotros, no es una
amenaza. Pero lo que consideramos fuerte, puede ser lo más débil. Si un gran
guerrero de nuestra tribu, sólo piensa en respetar las normas de la tribu, ¿cómo
yo, que soy tu única hija, voy a osar contradecirlas? Seguiré el ejemplo de
este fuerte hombre que respeta todo y a todos, y me comprometo a conocer mejor
al hombre que tú has propuesto, aunque para mí sea algo extraño.
-
Sabias palabras hija. Así sea pues.
Dicho esto, el
joven que ella antes vio en la puerta de la carpa, se acercó a ella y le
ofreció de nuevo la flor. Esta vez, ella
la cogió con una sonrisa. A partir de ese momento, los jóvenes se visitaron,
hablaron y rieron durante un periodo de tres lunas. Posteriormente, se
celebraron los esponsales. En su primera noche juntos, ella le preguntó a él
que cómo era posible que siendo el futuro líder de ambas tribus, fuese tan
delicado.
Él le
respondió.
-
No vas a creerme joven esposa. Pero yo una vez, en lugar de ser hombre,
fui oruga, planta, murciélago, pez e insecto.
Violeta
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